Irlanda, también conocida como la Isla Esmeralda, es famosa por su exuberante paisaje verde, su escarpada costa y su famosa pinta de Guinness. Pero recientemente, se ha convertido en un destino popular para estudiar inglés gracias a su notable historia, sus hermosos paisajes y su bajo coste de vida.
Hospitalidad irlandesa
Los irlandeses son conocidos por su gran hospitalidad y siempre se esfuerzan por hacer que la experiencia de cada visitante sea la mejor posible. Muchos estudiantes internacionales han comentado cómo los amables lugareños se han desvivido por ayudarlos en su nuevo entorno, a menudo recomendándoles una lista de actividades en la zona o sugiriéndoles dónde comer, beber y escuchar la mejor música irlandesa.
Lonely Planet incluso ha incluido a Irlanda como uno de los países más amigables del mundo. Muchos estudiantes internacionales no tendrán ningún problema en sentirse cómodos poniendo a prueba sus conocimientos de inglés en público; ¡incluso es probable que hagan amigos en el proceso!
Lo mejor de ambos mundos
Como Irlanda es relativamente pequeña, existen muchas maneras asequibles de recorrerla. Recorrer el país en transporte público toma poco más de dos horas y ofrece vistas espectaculares de la pintoresca campiña irlandesa.
La mayoría de los museos, parques y atracciones son de entrada gratuita, lo que ofrece a los estudiantes la excusa perfecta para planificar diversas excursiones por todo el país. Dirígete a las calles adoquinadas de Galway para escuchar a la multitud de artistas callejeros, visita el histórico Trinity College (que cuenta con un gran número de exalumnos famosos) y el Libro de Kells, su gran biblioteca, o da un paseo por los acantilados de Moher, uno de los lugares de rodaje de la saga de Harry Potter.
Ya sea que busques el bullicio de la ciudad o una tranquila ciudad costera, Irlanda tiene todo lo necesario para cada tipo de estudiante.
Lo más destacado de Dublín
Aunque Dublín es la capital de Irlanda, a diferencia de otras ciudades, conserva su encanto. El barrio ribereño de Temple Bar ofrece una infinidad de pubs, acogedores cafés y boutiques, con música en vivo que a menudo inunda las calles adoquinadas.
Phoenix Park, el parque cerrado más grande de una ciudad europea, ofrece un escape tranquilo del bullicio del centro de la ciudad e incluso es el hogar de una manada de ciervos salvajes.
La Guinness Storehouse es la cuna de la cerveza Guinness, y tras recorrerla, los visitantes pueden degustar la famosa cerveza negra en su bar en la azotea con vistas a la ciudad. Sin olvidar la destilería Jameson, a solo 15 minutos a pie.
Hay muchas oportunidades para explorar las afueras de la ciudad. Al ser uno de los principales centros de transporte de Irlanda, muchas compañías turísticas ofrecen excursiones semanales a la Calzada del Gigante, el puente colgante de Carrrick-a-Rede y Belfast, con salidas regulares y conexiones a otras ciudades.
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